A partir de hoy serán publicados en el blog una serie de capítulos que nos permitirán conocer más a fondo los vaivenes del universo que permitieron que hoy exista este grupo maravilloso que se agasaja bajo el nombre de La Novia de Canela.

Los dejo con la primera parte de nuestra historia, que es más bien la historia de otra murga a partir de la cual se formó un grupito que comenzó a esculpir lo que hoy somos nosotros.

Desde los ojos y las palabras de Sebastián Mederos.

LA MURGA MIXTA-HERMAFRODITA

Recreando la historia que me crea, voy a sintetizar el verso que se hace siempre presente y cierto, que no es ni más ni menos que la verdad que inventé, sobre La Murga mixta-hermafrodita La Novia de Canela


PAN QUEMADO

Allá por el mes de marzo-abril del 2007, un sábado al mediodía, salía yo de un parcial y recorría la casi desierta facultad de psicología, cuando vi medio escondida en la cartelera un papel que tenía dibujado un esqueleto humano con un gorro murguero. “Se solicita neurótico para murga joven de facultad de psicología”. Palabra más palabra menos, eso era lo que allí decía, se dejaba un celular y una dirección de correo electrónico.

Qué extraño encuentro de subjetividades, una encarnizada en un individuo y la otra colgada en un papel. ¿Quién busca a quién?

El mensaje, a los días la respuesta, y el encuentro que quedó pactado. “Soy Gonzalo de la murga, nos vemos el miércoles a las 5 en el patio de la facultad”. Se hicieron el día y la hora, y pasadas las 5 se me acerca un morocho grandote que ya lo tenía visto; me pregunta si soy Oscar o Sebastián, y en una conversación breve y fría, todo quedó en que un día nos juntaríamos todos, los que estaban en la murga y los que se iban incorporando.

Pasó casi un mes, y este muchacho Gonzalo me avisa que se juntaban cierto día en el callejón. Allí llegué puntual, y tímidamente iba sacando tema con algunos que estaban allí esperando lo mismo que yo, a Gonzalo. Recuerdo que había unas seis, siete personas. Un tal Fito, Oscar, una chica que no recuerdo su nombre, pero sí que me había sorprendido gratamente verla ahí, ya que tenía una suerte de discapacidad, de atrofia en los brazos; lamentablemente fue la primera y la última vez que la vi. En esa reunión estaba también una muchacha de abundante cabellera, llamada Stephanie. Pasada casi una hora de que estuviera allí, llegó Gonzalo, y de alguna manera quedó inaugurada la murga, a la cual aún le faltaba gente, un nombre, y una historia que contar.

El primer ensayo. Algunas reuniones se habían intentado, pero no se había tenido mucha convocatoria, ni director. Una tarde noche en el callejón, apareció el director del cual Gonzalo nos había hablado que íbamos a tener. Un flaco alto, peludo, medio rubio, cercano a los 30 años, llamado Adrián. La convocatoria no era mucha, pero el tipo paró la murga y la hizo cantar. En la cuerda de segundos estaban, Gonzalo, el Fito, y Oscar. En las sobreprimas, Stephanie y una muchachita simpática, con un nombre medio raro, Karin. Los primos; estaba una muchacha bajita que era la novia de Gonzalo, Mariana, y yo. A fin de conocer las voces, Adrián nos hizo cantar un tema que medianamente pudiéramos conocer todos, “Bien de al lado”. Terminamos el primer ensayo, y Gonzalo habló con Adrián para que le diera una opinión ya que, la oficina de la juventud de la intendencia, había dispuesto para ese año dos modalidades para que las murgas participaran; una era el concurso, la cual suponía dar una prueba de admisión en julio, y la otra era ir directamente a una muestra, previo al concurso en el Defensor Sporting. Adrián veía poco probable que la murga estuviera para dar una prueba de admisión en un mes y medio, así que Gonzalo decidió anotarnos para la muestra.

Había algunos nombres dando vueltas para ponerle a la murga, yo recuerdo dos, Todo esto de Caramelos, y Pan Quemado. Un ensayo Gonza nos contó que se terminaban los plazos para anotar a la murga y que nos había anotado con el nombre Pan Quemado, pero que si se quería igual después se podía cambiar.

En el invierno se hacía difícil ensayar afuera, así que Gonzalo consiguió que la facultad nos prestara los viernes a las 19 hs., el salón 21. En uno de esos primeros ensayos en la facultad, pasamos a ser de siete ocho, a ser más de veinte un día. Aparecieron muchas caras nuevas, y la gran mayoría solo aparecieron una vez. Recuerdo que fito trajo a su primo, Ismael; había un muchacho de pelo largo, medio macaco, Gerardo; una pareja, que en una primera instancia había entendido que eran hermanos, hasta que después vi que no, Nicolás y Florencia. En esos ensayos en la facultad, que no fueron muchos, Adrián empezó a faltar.

Gonzalo y fito, habían conseguido también para que ensayáramos los domingos de tarde, un comité de la 90, allá por Santiago de Chile, frente a la intendencia. Uno de los tantos gustos que compartía con un amigo que había conocido en la facultad, era el gusto por el Carnaval, así que un día y debido a que nos seguía faltando gente, invité a un ensayo en la 90 al Seba. Por esos días se confirmaba que Adrián no iba a venir más a la murga, por lo que Gonzalo agarró la dirección escénica y los arreglos. También Oscar dejaría de venir.

A finales de Agosto, Karin iba a traer a su hermano, que no solo iba a ser el tercer Sebastián en la murga, sino también el tercero en la cuerda de primos. Nico iba a arrimar a un amigo suyo, Daniel, que se sumaría también a los primos.

Un día Gonzalo llegó con la fecha; el lunes 5 de noviembre del 2007, en el Defensor Sporting, haría su debut Pan Quemado.

Faltando poco más de un mes, aparece por intermedio de Gonzalo, Rodrigo, un muchacho que tocaba el Bombo, y este trajo a su novia Stephani quien tocaría los platos.

Los días corrían y el 5 de noviembre se acercaba, el puñado de ilusiones murgueras, con su sueño a cuestas trataba de hacer más a menos los ensayos, que cada vez estaban más enviciados por las dudas, las falencias, y la frágil confianza que había entre nosotros, que algunos intentábamos hacer más fuertes en alguna espera en la parada, o parando en alguna esquina para conversar después del ensayo.

Ya empezado noviembre apareció el redoblante, y con los dineros recaudados en un festival que habíamos hecho en la facultad, se iba terminando el vestuario, en las primeras horas del 5.

Después de algunas horas de sueño, abrí los ojos y era verdad, ese día existía y yo existía para vivirlo. Tantas veces fantaseado, era como que las pequeñas miserias de la vida siempre punzantes, hoy no existían, el deseo se fue saciando, y en la percha había un disfraz, y era mío, y era verdad, y era hoy. El tablado, mi canción, y el fin del mundo; el tablado mi emoción, y la nada.